domingo, 17 de julio de 2011

Argentina eliminada: Uruguay - Perú, la semifinal menos esperada

Los argentinos sintieron el fracaso de la derrota en la Copa América 2011. Los uruguayos revindicaron su mística y los peruanos sueñan con un nuevo proyecto de la mano de Markarian.


En Santa Fe, argentinos y uruguayos jugaron un autentico clásico del Río de la Plata. Esos donde se cambia el talento y los millones de dólares por el amor propio y la guapeza característica de esta región. Esos que no dan lugar a los débiles y abre espacio para la picaros. Esos donde el resultado se prioriza por encima de cualquier otro factor, y por ende, solo importa ganar. Todo lo demás queda sin sentido.

Por eso lo celebraron los uruguayos, conscientes del significado de ganar semejante batalla en territorio argentino. Ese, donde todos hablaban del talento de Messi y el gran favoritismo albiceleste en la previa. Donde el exitismo superaba cualquier realidad o adversario que se debía atravesar para alcanzar el objetivo. Donde la palabra “fracaso” se utilizó hasta el cansancio en las voces de los protagonistas locales como si nadie podría superarlos futbolísticamente dentro de un campo de juego.

La advertencia para la Argentina llegó ante Bolivia, ni bien comenzada la historia. En una fría noche de Buenos Aires, donde las sombras se aparecieron por completo por la mala producción de un equipo con pocas ideas y escaso juego colectivo. Se agravo días más tarde, después de merecer la derrota ante Colombia, ser reprobado por el público santafesino y sembrar conflictos internos dentro de un grupo repleto de individualismo.

La victoria albiceleste ante Costa Rica, un débil rival con futbolistas amateurs y sin experiencia a nivel internacional, sirvió para mostrar la otra cara del argentino.Esa que alimenta el ego del triunfalismo. La noche cordobesa, a comparación de la vivida pocos días atrás en la provincia vecina, fue útil para la reconciliación del hincha con el jugador. Cantaron por Messi, alabaron al “Kun” Agüero, a “Carlitos”, todo era válido.

Pero Uruguay dio una merecida lección a las ilusiones de un país necesitado de gloria, ya que por última vez, festejó una Copa América en 1993. El equipo charrúa, a nivel equipo, es todo lo contrario al argentino. Dentro de la cancha es un equipo aguerrido, que no le importan los lujos individuales y es todo solidaridad. Por eso, sus logros no son casuales. Pese a que las apuestas digan lo contrario, esa fortaleza humana hace crecer día a día un grupo de futbolistas con hambre de gloria.

Ese mismo equipo uruguayo, que después de un extraordinario cuarto puesto en el Mundial de Sudáfrica, regreso su país y fue recibido como campeón del mundo por miles de aficionados orgullosos por la representación exhibida dentro de un campo de juego y que, en vez de relajarse por lo conseguido, alimentó sus energías para mantener la bandera en alto en la Copa América para intentar ganar un nuevo título. Siempre manteniendo los valores de la humildad y la unión grupal.

Luego, los penales son solo una consecuencia del juego. Pero que a veces, como en este caso, sirven como premio para un equipo y castigo para otro que no ha hecho las cosas tan bien. Con todos esos recursos señalados anteriormente, Uruguay fue construyendo su victoria. Con esa misma solidaridad, suplió el hombre de menos tras la expulsión de uno de sus líderes durante más de 50 minutos de partido y finalmente edificó su triunfo.  

Un párrafo aparte se merece su rival de semifinales: Perú, esa selección devastada, pérdida en la última década por sus malas conducciones. Con futbolistas sin compromiso por la camiseta albirroja. Internas. Y a la que poco a poco, le devolvieron las esperanzas.Uno de los grandes responsables de generar el cambio, aunque recién este comenzando su ciclo, es Sergio Markarian. Un entrenador que abrió la mente de los jugadores peruanos y con este pasaje a semifinales consiguió rememorar tiempos de grandes hazañas.

No hay comentarios:

Publicar un comentario